Tiempo y no-monogamias

Creo que la verdadera amenaza de la no-monogamia no está en los celos, en el rechazo social, o en las instituciones, sino en el tiempo. Leyendo un post en un grupo de poliamor donde contaban la cantidad de vínculos, una gran mayoría decía: quiero otros vínculos, pero no tengo tiempo; algunos decían incluso “con una pareja apenas si me da tiempo”.

No hay multirelación sin tiempo, si el tiempo también amenaza a la monogamia, entonces imaginemos que, con más relaciones, lo complicado de permitirnos una pareja más, ¡dos parejas más!, y que tengamos suficiente contacto para alcanzar esos niveles de intimidad necesarios para una responsabilidad afectiva, y mientras tanto podamos seguir conociendo a otras personas de nuestro interés.

El tiempo hoy amenaza todo, no solo a nivel relacional, sino a toda nuestra dinámica de vida, pasamos más tiempo en el trabajo o en la búsqueda del trabajo, la exigencia de productividad cada vez es mayor, nuestros traslados nos consumen dentro del tedioso tráfico, el tiempo que asumimos “libre” es escaso y entonces hay que repartirlo entre la familia y los afectos.

Esta reflexión no va a ser conspiranoica, sabemos que hay detrás de las arduas jornadas laborales y la calidad de vida marginada, tampoco es de naturaleza optimista blandengue donde la recomendación es una agenda o un app y un sistema de citas y tareas. La dimensión política de las relaciones no tradicionales justo es esta, donde nos preguntamos ¿Qué pasa con mi derecho a tener tiempo para relacionarme? Y con esa pregunta inicial podríamos considerar la acción política, pero esa tampoco es la intención de lo que hoy escribo, sólo lo menciono para aquellos que quiera ir más allá de un resignado “no tengo tiempo” y que consideren que en la no-monogamia hay una actitud política y tiene un conflicto con el sistema económico y político de la actualidad.

Si tú “no tienes tiempo” porque en realidad no quieres ver, citar o tener a esa pareja, pasa de largo, socialmente es un excelente pretexto para acotar en qué inviertes tú tiempo (que es tu derecho) sólo que no necesariamente es un argumento honesto, y se supone que algunas prácticas de la no-monogamia buscan promover la honestidad como valor, tal vez quieras reflexionar si es honesto de tu parte decir “no tengo tiempo” cuando en realidad quieres decir “no quiero”.

Para ti que sí quieres, pero no encuentras el tiempo, te comparto mi punto de vista. Creo que existen más o menos un par de enfoques en la literatura y muchas posturas filosófica de las cuales rescato una para la reflexión. El primer enfoque abraza la velocidad como la opción para tener más tiempo y hacer más cosas, la pregunta de este enfoque es ¿En qué inviertes tu tiempo? Si quieres liberar tiempo, entonces sé más productivo, come más rápido, báñate más rápido, acota las redes sociales, aprovecha el tiempo de traslado en tus pendientes, relaciónate más rápido (como con las aplicaciones de ligue), duerme menos. Estas sugerencias tienen un enfoque utilitario, miran al tiempo como recurso, y te invitan a maximizar su uso, resuelve dónde se desperdicia, los cambios son en tus hábitos, así que si los moldeas puedes siempre obtener una o varias horas para otras actividades, este tipo de visión va más por la calidad que por la cantidad y nos dejar seguro un estrés brutal.

El otro enfoque te pregunta sobre tus expectativas, ¿Cuáles son esas expectativas que tienes por las que haces o dejas de hacer cosas que requieren de tu tiempo? Mesura tus expectativas y abre la puerta a una revaloración de lo lento (el slow movement). Hay un valor perdido en la lentitud que podemos rescatar, según nos cuenta Carl Honoré (Elogio a la lentitud) El movimiento en pro de la lentitud sí es compatible con la no-monogamia, y al parecer también con tus propios biorritmos, pero requiere cambiar el paradigma de la relación moderna. En la monogamia generalmente vas a co-habitar,  a co-criar, vas a tener un proyecto financiero compartido, vas a mezclar tus biorritmos y otras formalidades más que suelen abrumar a la pareja moderna, muchas veces esa unión que las distingue también las deteriora, pues la ardua convivencia, fuertes responsabilidades y los conflictos que generan estos proyectos terminan por mermarlos. La ventaja de la no-monogamia es que se pueden tener modelos completamente diferentes e innovadores de convivencia, pero entonces cuál es el modelo adecuado de convivencia, bueno se me ocurre que la respuesta está en los niveles de apego emocional que cada uno de tus afectos experimenta, y por tal motivo la decisión de cuánto tiempo pasan juntos es de cada vínculo, lo que no es necesario es vivirlo con prisas. Hoy la comunidad no-monógama vive el enfoque utilitario y veloz, son relaciones contingentes que en cuestión de días saltan de la primera cita, al romance, a la vida de pareja, al rompimiento, mientras que nuevas relaciones van surgiendo, de manera que un día estas terminando una relación y al día siguiente empezando otra.

¿Qué enfoque entonces aplicar? Yo pienso que los dos son valiosos en algunos aspectos, mirar al tiempo como recurso no renovable y cuestionarte en donde lo debes de invertir es bueno, pero también dar cabida a experimentar la lentitud y los placeres derivados de esta. Esto me lleva a la reflexión final, el mejor indicador de si estamos usando el tiempo a nuestro favor, es el placer, si eso que estás haciendo te produce placer, entonces tú tiempo está bien invertido, si hoy no te produce placer, pero mañana lo hará entonces sigue con eso, si es algo que no te produce placer y en el futuro tampoco, evalúa si quieres seguir haciéndolo. Esto es un enfoque hedonista del tiempo, reconcilia el tiempo contigo mismo y tus pensamientos, muy pocas personas se disfrutan a sí mismas, esa reconciliación te permitirá no tenerle miedo a la espera, a la soledad,  si tienes miedo no tienes placer, entonces identifica si ese ritmo de vida acelerado es por algún miedo, aquí es cuando la contemplación se vuelve una herramienta valiosa. Posiblemente el tiempo no exista y lo que exista solo sea nuestra capacidad de encadenar experiencias de vida, pero en la medida que nuestra memoria se deteriora, pocos detalles quedará en nuestro recuerdo comparado con la vivencia emocional. La falta de tiempo no puede ser un pretexto para no vivir.  En la Antigua Grecia, el kronos medía su paso y el kairós, su calidad vital.

 

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