Un «te quiero» diferente

whispering

No huyas si te digo que te quiero.

Mi amor no somete, entrega; no obliga ni aprisiona. Mi amor no pide nada a cambio, sólo nace en mí para alojarse en ti. No necesita respuesta a mis te quieros, el goce está en repartirlos. Mi amor no espera devoluciones, mucho menos aquellas dictadas por la convención. No quiere sacrificios, ni míos ni tuyos; no espera que seas diferente ni que escondas partes de ti.

Mi amor no busca exclusividad; crece y se expande para compartirse en felicidad. No tiene horarios, fronteras o espacios válidos; pasa de la obligación, alimentándose del deseo. Mi amor no exige fidelidad más que a sí mismo; se acuna en el placer de existir.

Mi amor no tiene candados ni caducidad; vive con las menores expectativas y se nutre de las sorpresas inesperadas. Mi amor no demanda, entrega; no cuesta, vale. Mi amor no se vende ni se compra, está lejos de ser intercambio. Mi amor no me vuelve tu vida; me convierte en tu amiga. Mi amor no amarra, une; no roba, recibe. Mi amor no resta; no promete, cumple. Mi amor no desgarra, acaricia. Mi amor no seca, humedece; no mata, inspira. Mi amor no apaga, provoca; no muerde, besa. Mi amor no es riesgo, es aventura. Mi amor no grita, canta.

No huyas si te digo que te quiero, deserta cuando no lo escuches más.

 

Tatiana Yedid

5 Febrero, 2018

 

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Esto es el agua

El día de hoy quiero compartir la traducción que hice a uno de mis textos favoritos, es un extracto de un discurso de David Foster Wallace para la ceremonia de graduación de la generación 2005 de la universidad de Kenyon.

En este discurso, David Foster Wallace habla de conceptos tales como la empatía, la conciencia, la libertad y la posibilidad de elegir cómo ver las cosas. Si bien este texto no habla específicamente de relaciones, las ideas que expresa Foster Wallace son esenciales para relacionarnos con las demás personas. Espero lo disfruten tanto como yo.

 

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Esto es el agua

Estaban estos dos peces jóvenes nadando uno al lado del otro y de repente se encuentran con un pez más viejo que nada en sentido contrario, este los saluda y les dice «Buenos días, chicos, ¿cómo está el agua?». Y los dos peces jóvenes continúan nadando un poco más y, de repente, uno de ellos voltea a ver al otro y le pregunta «¿Qué diablos es el agua?»

El punto de la historia de los peces es meramente que las realidades más obvias e importantes son, frecuentemente, aquellas que son más difíciles de observar y de hablar al respecto. Escrito como una frase en Español, por supuesto, esto es solo una verdad evidente y trivial, pero el hecho es que en las trincheras cotidianas de la existencia adulta, las verdades evidentes y triviales pueden cobrar una importancia de vida o muerte.

El simple hecho es que ustedes estudiantes que hoy se gradúan, aún no tienen ninguna idea de lo que significa “día con día”. Resulta que hay partes completas y amplias de la vida adulta Americana de las cuales nadie habla en los discursos de graduación. Una de esas partes involucra la aburrición, la rutina y las pequeñas frustraciones. Los padres y gente mayor aquí presentes sabrán muy bien a qué me refiero. Por ejemplo, digamos que es un día promedio para un adulto: te despiertas por la mañana, vas a la oficina a tu trabajo retador de profesionista graduado, y trabajas duro por ocho o diez horas y, al final del día, estás cansado y un poco estresado, y lo único que quieres es irte a casa, disfrutar de una buena cena y, tal vez, relajarte por una hora, y después acostarte temprano porque, por supuesto, te tienes que parar al día siguiente y volver a hacerlo todo de nuevo desde el principio. Pero entonces te acuerdas que no tienes comida en casa. No has tenido tiempo de ir de compras esta semana debido a tu trabajo retador así que ahora, después del trabajo, te tienes que subir a tu carro y manejar al supermercado. Es el final de un día de trabajo y el tráfico está como es de suponerse: realmente muy mal. Así que llegar a la tienda te toma más tiempo de lo que debería y, cuando finalmente lo haces, el supermercado está abarrotado porque, por supuesto, es la hora del día en la que toda la demás gente que trabaja también intenta acomodar un poco de tiempo para comprar víveres. Pero no puedes entrar y salir rápido de ahí, tienes que deambular por los grandes pasillos confusos y sobreiluminados de la tienda para encontrar las cosas que quieres, y tienes que maniobrar una chatarra de carrito a través de todas estas otras personas cansadas y apuradas con sus propios carritos y, finalmente, consigues todas tus provisiones para la cena, pero ahora resulta que no hay suficientes cajas abiertas a pesar de que es la hora pico al final del día. Así que la fila en la caja es increíblemente larga, lo cual es estúpido y enfurecedor. Pero no puedes externar tu frustración con la señora agitada de la caja, que está excedida por un trabajo cuyo tedio y sinsentido cotidiano sobrepasa la imaginación de cualquiera de nosotros aquí en esta prestigiosa universidad. De cualquier manera, por fin logras llegar a la caja, y pagas por tu comida y la cajera te dice “que tenga un buen día” con una voz que es la voz absoluta de la muerte. Y entonces te tienes que llevar tus horripilantes y delgadas bolsas de plástico llenas de comida en el carrito que tiene una rueda loca que lo jala enfadosamente a la izquierda, cruzando todo el estacionamiento congestionado, con el piso disparejo y sucio, y luego tienes que manejar todo el camino de vuelta a casa a través del tráfico de la hora pico, lento y saturado de camionetas.

Todo mundo aquí ha hecho esto, por supuesto. Pero esto todavía no ha sido parte de la rutina diaria de su vida de graduados, día tras semana tras mes tras año. Pero lo será. Así como muchas otras rutinas monótonas, aburridas y aparentemente sin sentido. Pero ese no es el punto. El punto es que tonterías insignificantes y frustrantes como esta son exactamente dónde entrará en acción el trabajo de elegir. Porque los embotellamientos, los pasillos congestionados y las largas filas en las cajas me dan tiempo de pensar y, si no hago una decisión consciente acerca de cómo pensar y a qué cosas ponerle atención, voy a estar enfadado y voy a ser miserable cada que tenga que ir de compras. Porque mi configuración natural preestablecida es la certidumbre de que situaciones como estas realmente tienen todo que ver conmigo. Tienen que ver con MI hambre y MI cansancio y MI deseo de simplemente irme a casa, y va a parecerme en cualquier lugar del mundo como que todos los demás están en mi camino. ¿Y quienes son estas gentes que están en mi camino? Miren que repulsivos son en su mayoría, y como parecen todos en la fila como un rebaño inhumano de vacas, tan estúpidos y con ojos muertos, o que tan enfadosa y molesta resulta esa gente que está hablando a todo volumen en su teléfono celular a la mitad de la fila. Y miren que tan profundamente y personalmente injusto es todo esto.

Si elijo pensar de esta manera mientras hago compras o manejo, está bien. Muchos de nosotros lo hacemos. Excepto que pensar de esta manera tiende a ser tan fácil y automático que no tiene que ser algo que yo elijo. Es mi configuración natural preestablecida. Es la manera automática en que experimento las partes aburridas, frustrantes y engentadas de la vida adulta cuando estoy operando en la creencia automática e inconsciente de que yo soy el centro del mundo, y que mis necesidades y mis sentimientos inmediatos son aquello que debería determinar las prioridades del mundo. La cosa es que, por supuesto, existen maneras completamente distintas de pensar acerca de este tipo de situaciones. En este tráfico, con todos estos vehículos detenidos y esperando en mi camino, no es imposible que algunas de estas personas que manejan camionetas hayan estado involucradas en el pasado en accidentes automovilísticos horribles, y ahora encuentran que manejar los aterroriza tanto que su terapeuta prácticamente les ha ordenado comprar una camioneta grande y pesada para que se sientan suficientemente seguros al manejar.

O puedo elegir el forzarme a considerar la posibilidad de que todas las demás personas en la fila del supermercado están tan aburridas y frustradas como yo, y que algunas de esas personas probablemente tienen vidas más difíciles, tediosas y dolorosas que la que yo tengo. De nuevo, por favor no pienses que te estoy dando consejos moralistas, o que estoy diciendo que se supone que tú debas pensar de esta manera, o que cualquiera espera que simplemente lo hagas de forma automática. Porque es difícil. Requiere voluntad y esfuerzo y, si tú eres como yo, algunos días no lograrás hacerlo, o simplemente no querrás hacerlo. Pero la mayor parte de los días, si tienes suficiente conciencia para darte la opción, podrás elegir mirar de manera distinta a esa mujer gorda de ojos muertos y con maquillaje excesivo que apenas le gritó a su hijo en la fila de la caja. Tal vez ella no siempre es así. Tal vez lleva tres noches despierta tomando la mano de un esposo que se está muriendo de cáncer en los huesos. O tal vez esta mujer en particular es la empleada que recibe un sueldo miserable en la oficina de registro de vehículos y que, apenas ayer, le ayudó a tu pareja a resolver un trámite horrible y enfurecedor a través de un acto de bondad burocrática. Por supuesto, nada de esto es probable, pero tampoco es imposible. Solo depende de qué es lo que quieras considerar. Si tú estás automáticamente seguro de que sabes cuál es la realidad, y estás operando en tu configuración predeterminada entonces tú, como yo, probablemente no considerarás otras posibilidades que no sean enfadosas y miserables. Pero si tú realmente aprendes a poner atención, entonces sabrás que existen otras opciones. Estará, de hecho, dentro de tus capacidades el poder experimentar una situación de infierno consumista, llena de gente, sofocante y lenta, no solo como algo con significado, sino aún como algo sagrado, encendida con la misma fuerza que formó a las estrellas: amor, compañerismo, y la profunda unidad mística de todas las cosas. Y no es que la cosa mística sea necesariamente verdadera. La única cosa que es una Verdad con V mayúscula es que tú decides de que manera vas a tratar de verlo.

Esto, yo postulo, es la libertad de una educación real, de aprender cómo ser alguien bien adaptado. Tú eliges de forma consciente qué cosas tienen significado y qué cosas no.

Esta es la libertad real. Esto es estar educado, y entender cómo pensar. La alternativa es la inconsciencia, la configuración predeterminada, la carrera de ratas, la sensación que te corroe de manera constante de haber tenido, y haber perdido, algo infinito. Sé que estas cosas probablemente no suenan divertidas y despreocupadas, o grandemente inspiradoras a la manera en que debería sonar un discurso de graduación. Lo que es, al menos hasta donde yo puedo verlo, es la Verdad con V mayúscula, una vez que se le han quitado un montón de detalles retóricos. Tú eres, por supuesto, libre de pensar de esto lo que tú quieras. Pero por favor, no lo descartes simplemente como si fuera un discurso moralizador de la Dra Laura. Nada de esto es acerca de la moralidad, o la religión, o el dogma, o de las grandes y sofisticadas preguntas de la vida después de la muerte.

La Verdad con V mayúscula es acerca de la vida ANTES de la muerte. Es acerca del valor real de una educación real que no tiene casi nada que ver con el conocimiento, y si tiene mucho que ver con la simple conciencia. La conciencia de aquello que es tan real y tan esencial, que está tan escondido todo el tiempo a plena vista a nuestro alrededor, que tenemos que seguir recordándonos a nosotros mismos, una y otra vez:

“Esto es el agua”

“Esto es el agua”

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Puedes ver un video con el texto original en inglés en: https://vimeo.com/188418265

El Profe, Febrero 2018

Magia

Rafael era ilusionista. El día que lo conocí ambos estábamos trabajando. Yo tenía que entrevistarlo para un reportaje sobre la magia y él tenía la misión de convencerme de que su acto era más que una ilusión.

Antes de que la cámara estuviera lista, nos sentamos uno frente al otro para romper el hielo. De inmediato sus ojos negros me atravesaron. Rafael dijo que sus habilidades le permitían conocer mis miedos y mis anhelos. Se me escapó una risa nerviosa y él levantó su mano señalando mi cabello. Sentí una sacudida. Ya no estaba en medio del foro. Regresé en el tiempo a esa misma mañana, en el elevador de mi edificio, cuando los dedos de Diana jalaban mi cabello mientras ella mordía mis labios, como queriendo exprimir todo su jugo.

Mi mente se dejó llevar y descubrí que Diana no era ella, o al menos no sólo ella. Era Luisa y sus tiernos besos en la frente. Era July y su mano traviesa bajo mi falda. Era Alicia y su piel mojada sobre la mía. Eran los ojos enamorados de Lola y el llanto alegre de Jonás cuando decidimos mudarnos juntos. Era Adán estallando en risas en medio del placer de sentirlo dentro. Estaba también la felicidad de Mina la noche que me contó, emocionada, que se había vuelto a enamorar, estaban los gritos de Fany cuando logró andar la calle entera en la bicicleta que le regalé en nuestro aniversario.
Era toda persona que alguna vez me hizo temblar de gozo y toda aquella que me ha hecho sonreír tan sólo con existir. Todas sus huellas resurgían húmedas para recorrerme completa el alma y materializar esos trocitos de divinidad.

Un grito anunció que todo estaba listo para comenzar la grabación.

Volví al foro en medio de un éxtasis místico. Me temblaban las piernas. Sabía que no era un sueño, que había sido real. Incluso a kilómetros y años de distancia pude comprobar el poder del amor que aún nos unía. Sé que todos lo sentimos. Quizá en algún mundo paralelo, quizá era sólo cuestión de tiempo.

El sonido comenzó a correr, la cámara registraba un encuadre perfecto. Rafael me miró lleno de curiosidad esperando mi primera pregunta.

Donde los amores no matan

Aún me sorprende cuántos caminos me llevan de vuelta a ti y a tu misterio.

Esta noche quiero imaginar que crecimos en otro mundo, uno donde entre sueños escuchábamos las aventuras de héroes y heroínas que vivían amores diversos, sin límites, sin etiquetas, sin posesión, sin miedo a la pérdida porque somos entes completos. Historias donde ni la intimidad, ni el corazón tenían deudas sociales y eran fieles a sí mismos por sobre todas las cosas.

Me pregunto qué sería de nosotros si hubiéramos aprendido que el amor es infinito, que el amor ni es exclusivo ni es excluyente, que es posible amar y ser libres para seguir amando, que para ser buenos padres no hace falta ser esposos.

Me gusta creer que ese mundo es posible y que ahí, donde los amores no matan, hay un presente para nosotros.DLANM

La boda

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Desde hace algún tiempo comenzaron los cuestionamientos, al principio esporádicos, «¿Cuándo traerás un novio a casa?», «¿Te gustan los hombres?», y algunos dichos como «Te quedarás para vestir santos», «Se te está pasando el tren», y mi favorita, «Te estás convirtiendo en la loca de los gatos». El año pasado todo fue a peor. No había día que no escuchara algo así de familia, amigos y demás personas. Lo cierto es que siempre soñé con una gran fiesta de boda, con un bonito vestido blanco de larga cola y en bailar “El Fantasma de la Ópera”, pero sobre todo un gran pastel de bodas, mi parte favorita de todos los enlaces a los que he asistido.
Después de mucho pensarlo, reuní a mis tres novios: Ramón, René y Raymundo. Hasta entonces habíamos tenido una relación a la medida. Les conté mis deseos de tener un festejo matrimonial y que ya era momento de sentar cabeza y continuar. Después de mucho platicar, todos estuvimos de acuerdo en la boda. Ramón y yo nos casaríamos. Fuimos a dar la noticia a las familias y a los amigos, lo cual causó tremenda sorpresa, y a su vez, la sospecha de que estaba embarazada. Los preparativos llevaron su tiempo. Yo estaba muy feliz con mi vestido y el pastel con un relleno de zarzamora, con nueces y envinado en biscocho bisabor, como siempre lo imaginé. He de aceptar que actúe egoísta, pues ni le pregunté a Ramón si le parecía bien (bueno, él es un tragón y no conozco aún algo a lo que no le entre).
Por fin el dia llegó, una ceremonia religiosa, más por darle gusto a la abuela, que por deseo propio. Después a la civil en el salón de fiestas. Nuestros testigos fueron Carol, mi amiga casi hermana, Raymundo, René y un hermano de Ramón. Todos nos felicitaron, y brindaron por nuestra felicidad y esta nueva familia que comenzábamos a formar en ese instante; aplausos y una que otra lagrimita por ahí. Por fin llego el momento del vals, Carol fue la maestra de ceremonias, «Que pasen al centro los recién esposos». Comenzó la música y el baile. Pasaron los abuelos y los padres con nosotros. Entonces Carol dijo, «Que pase René, el novio de la novia y Raymundo el otro novio de la novia.» René bailaba conmigo y Raymundo con Ramón y luego todos juntos. Se escuchó una voz, era el padre de Ramón «¿Qué significa esto?», gritó furibundo.

Mi padre respondió enseguida «Pero, ¿Qué burla es esta?» Carol dijo,  «Tranquilos caballeros esto es amor.» Ahí al centro de la pista les explicamos que desde hacía un tiempo teníamos una relacion a la medida, única y libre, y que habíamos decidido empezar una vida juntos. Explicamos que a partir de ese día viviríamos juntos, y que como no se nos permite casarnos en grupo, se echó un «piedra, papel o tijeras» para ver qué nombre aparecería en el papel. «Lo que nosotros queremos es festejar el amor con los que amamos.» Hubo aplausos y desencajes, uno que otro gritito de mis tías. «Mira qué golosa sobrina». Mi padre y el de Ramón no lo tomaron bien. Aun no nos hablan… esperemos que con el tiempo. Siguió corriendo el alcohol,  la música y fue una gran fiesta. Así fue como decidimos dar comienzo a una etapa nueva «saliendo del closet».

 

Foto de Mauricio Rentería