Jerarquía o prioridad

Las relaciones jerárquicas son un tema de mucha discusión, generalmente me encuentro personas que me dicen que la jerarquía es lo mismo que la priorización, por eso me pareció importante abordar este tema en el blog ya que considero que jerarquía y prioridad no son lo mismo.

Para los que empiezan a entender un poco de las posibilidades del poliamor, decimos que una relación jerárquica es aquella donde hay un vínculo principal o primario, y otros vínculos considerados no-principales o secundarios. ¿Cuál es el criterio para clasificar a la relación primaria o secundaria? Justo esa pregunta es el punto central de la discusión, pero tenemos que ponernos de acuerdo en lo que significa prioridad y lo que significa jerarquía.

Muchos deben remontar su memoria a los primeros años que nos pedía clasificar, ordenar y usaban indiscriminadamente las palabras priorizar y jerarquizar, incluso te viene a la mente un orden numérico: primario después secundario, ¿lo ves? Pero etimológicamente son dos cosas distintas.

Jerarquía, si es una palabra que comparte su raíz con jerarca, está compuesta de “hieros” que es divino y “arkhei” que es orden o gobierno. En efecto una palabra que se pensaba usar cuando nos referíamos a ordenar pero con un criterio, un criterio de divinidad, o de importancia, o de relevancia. En especial nos remonta a las estructuras jerárquicas de la monarquía, de la religión, y de cualquier otra organización con cierto nivel de poder. Priorizar por otro lado viene de “prior” que significa «anterior» y simplemente se refiere a ordenar.

Para muchos, el criterio de jerarquización no es problema, puede ser el tiempo de la relación, o los proyectos en común como cohabitar o compartir finanzas, la crianza, todas estas actividades pueden darte una sensación real de importancia entre las otras relaciones, pero es real o ético que una relación sea más importante que otra, o piénsalo así, ¿Hay personas más importantes que otras?

En el libro “More than two” de Franklin Veux y Eve Rickert pensé encontrar el origen de la confusión entre jerarquía y prioridad, pero para mi sorpresa no fue así, este es uno de los primeros libros enfocados a relaciones no-monógamas y ya planteaban que una relación jerárquica tiene una estructura de poder, se goza de poder de veto y se tiene subordinación. Se cuestionan en el libro incluso la ética de un modelo de poder. Entonces creo que puedo decir que si hablamos de jerarquía podemos ser transparentes y aceptar que estamos manejando un criterio de importancia o poder.

Yo no me siento cómodo con clasificar personas y su importancia, dado que a esta pregunta siempre respondo que todos son importantes en mi vida, de una manera tan particular que no puedo tener un criterio, pero en mi vida si hay un proceso de priorización constante e incluso intuitivo. Cada día voy haciendo tareas en un orden de priorización mental, desde que destino tiempo a trabajar, tiempo al descanso, tiempo para mí, tiempo para mis hijos y por supuesto tiempo para mis relaciones afectivas.

El orden es teórico y el motivador solo es mi voluntad, por ejemplo mis ganas de ver a alguien. Voy haciendo rendir cada hora de mi vida en búsqueda de un equilibrio entre mi voluntad, la realidad y las necesidades de mis afectos, hay días incluso que me veo forzado a cambiar la prioridad, una urgencia laboral, una enfermedad, un evento externo, pueden cambiar toda la logística y forzarme a repriorizar pero en ninguno de esos casos estoy pensando en un criterio de importancia de las personas.

Tener una relación jerárquica no es intrínsecamente malo, un modelo de valores puede hacer esta estructura ética, también puede ser una fase típica de las relaciones que se abren y se ven en la incertidumbre, la inseguridad de perder sus garantías, eso es entendible, pero parafraseando a Franklin Veux, si la inseguridad te obliga a construir jerarquías y reglas para no perder a tu pareja, ¿Cuál es tu verdadero nivel de confianza en esta persona? ¿o en ti?

Priorizar tampoco está exento de necesitar un marco de valores, como decía hay un equilibrio muy frágil entre el tiempo disponible, el número de parejas y los compromisos, los ejemplos de priorizar mal saltan a la vista cuando empiezas a descuidar el tiempo contigo o cuando hay tensión con tus afectos respecto a sus necesidades.

Pensemos de manera práctica, una de tus parejas con la que cohabitas ha enfermado repentinamente y necesita cuidados, puedes cuidarlo porque es la persona más importante según las jerarquías que acordaron, es la principal, o tienen un acuerdo explícito que si se enferma tú debes atenderlo. O puedes priorizar ayudarlo en su cuidado, modificar tu agenda para tener tiempo disponible y asegurarte de su salud porque a ti te importa, sin necesidad de un acuerdo, desde tu libertad de elegir, decides cuidarlo; entonces negocias este tiempo y ya después compensaras con las actividades que dejas de hacer. El resultado posiblemente es el mismo, pero la manera en que decidiste fue totalmente diferente.

Incluso priorizar te regresa al tema de la responsabilidad, te pone del lado de la decisión constante, y salvo las cosas que están fuera de nuestro control, nos quita el pretexto de que operamos bajo una regla para ponernos del lado de los hechos, si alguien es importante para ti, los hechos lo demostrarán y no los acuerdos, lo que me parece divino. Para los hedonistas esto es parte del «régimen de placer», ver a nuestros seres queridos produce placer y vale la pena procurarlo.

Un tema muy interesante que vale la pena discutir en otra ocasión.  ¿Tú priorizas o creas jerarquías?

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Otro amor

amoreslibertarios.com
Amor en libertad
sin reglas impuestas
sin 1-2-3-4
sin presión ni posesión
sin ansiedades ni miedos
sin ceguera
sin moldes ni etiquetas
amor constelado
Amor consciente
voluntario
con soltura
amor como el aire
multiforme
e x p a n d i d o
infinito
fresco
vivo
Amor compañero
transparente
luminoso
que nos florece
amor de lagrimas dulces
compartido
amor que respira, que nutre
Amor en presente y caminando.

No era poliamor sólo soy un hedonista

magia nera magritt

En los últimos meses he estado buscando algunas respuestas, motivado principalmente por mis decepciones con la manera en que experimenté las vivencias del poliamor. Eso me inclinó a considerar que esta teoría del poliamor posiblemente es otra utopía más.

Un hedonista, sin pretender ser un experto en el tema, es alguien que busca el placer y que rechaza el sufrimiento (no necesariamente el dolor). Cuando hablamos de poliamor no niego que la experiencia nos abre la posibilidad a múltiples fuentes de placer, y placer en todos los sentidos. Conocer a una nueva persona y vincularte con ella en cualquier dimensión es placentero, más placentero cuando es de manera abierta y en consenso con otras personas vinculadas a ti. Incluso, ese acuerdo de honestidad parece el boleto para cortar todo el sufrimiento de hacerlo clandestinamente. Es la forma de vivir más placer en un espacio ético.

Pero, cualquiera que haya experimentado en el campo me acompañará en la siguiente conclusión: es más complicado que eso y en varias ocasiones viene lleno de drama y de sufrimiento. Pueden ser los celos, los conflictos o la tensión en torno a los acuerdos, las reglas y un largo etc. Los viejos lobos de mar del poliamor lo aceptan, consideran el sufrimiento como parte del modelo y lo enfrentan dignamente… Pero a mí no me hace sentido sufrir todo este drama en mis relaciones de naturaleza breve (breves porque así lo son cuando son varias). Es más, la vida también es de naturaleza breve ¿Cuánto tiempo estás dispuesto a sufrir en una relación de escasas cuatro horas a la semana?

Regreso a mi punto, soy un hedonista, evito el sufrimiento (displacer) y no creo que haya nada malo en eso. Hay que acotar esta declaración que para algunos sonará petulante. En la actualidad ser hedonista padece del prejuicio de los excesos en el placer y realmente no es así. El hedonismo propone que no se puede tener un placer que genere sufrimientos en otros o en uno mismo, de ahí se desprende toda una ética hedonista; una ética distinta comparada con las que surgen del «amor al prójimo».

¿Cuál es la formula para las múltiples relaciones sin sufrimiento?

Creo que uno de los problemas está en relacionarnos de manera tradicional, con varias personas al mismo tiempo, pero de la misma manera que en una relación monógama típica: relaciones pesadas, llenas de amor romántico, de expectativas no habladas, de mala comunicación, de promesas imposibles, todo ello segmentado en pequeños lotes de escasas horas que van haciendo la película discontinua, frustrante, marcada por la incomunicación. A mí me pasó que ni siquiera entiendes lo mismo del poliamor aunque uses las mismas fuentes teóricas. Me pasó que me dio pereza discutir las expectativas pensando cada posible escenario. Y, de repente, algo que no platicamos salió muy mal. Tal como se resuelve en el amor tradicional, o llenas mis expectativas o nada. Es la bandera del amor fusional, o te fusionas o nada. ¿Cómo podemos construir una nueva manera de relacionarnos con un viejo modelo de amar? Entonces el problema no es el poliamor, es cómo lo queremos vivir.

En el camino me encontré con el concepto del “eros liviano” del filósofo Michel Onfray, un concepto muy interesante de un hedonista y que parece proponer una visión razonable ante la complejidad de las relaciones múltiples. Lo explico brevemente: el eros liviano considera que dos adultos civilizados van a construir un contrato basado en el placer, un acuerdo basado en el aquí y ahora. Un contrato que tiende a ser simple en su inicio, pues no es ”todo o nada”, es un “nada + más + mucho” (en sus propias palabras) y que su evolución determinará su complejidad. El contrato se asume sin obligación y la fidelidad es al compromiso realizado. En ese contrato no está invitado el amor romántico (*), pero no por no ser de largo plazo deja de estar lleno de sentimientos y de poesía. Finalmente, el contrato debe contener una ética, que de principio sería una ética hedonista (la cual podemos explorar después) pero en definitiva no es un consumo de cuerpos. Es algo bonito, rico, gozoso, cariñoso, cachondo, intelectual, sexual o asexual si lo deseas, pero no es «hasta que la muerte los separe» y menos un «tú me perteneces».

Dice Michel Onfray :“La construcción de situaciones eróticas livianas define el grado de un arte de amar”, y yo coincido, es un arte. Relaciones cuyo primer acuerdo es vivirlas en el presente, en instantes, enfocadas al placer, abiertas a los sentimientos afectivos y a las apetencias internas, a proyectos conjuntos, que su principio es distanciarse del sufrimiento de la manera más practica posible. Es entonces una relación nómada, viva y en constante cambio, que se arma lentamente. Pero no necesariamente es casual porque los instantes se encadenan para darle una complejidad propia. De ahí supongo que puedes decidir que el placer pueda darse con una o varias personas, o ninguna; el balance placer-displacer determinará la duración de esa relación. Por eso creo que una visión hedonista es mucho mas integradora de modalidades afectivas diversas que incluyen al poliamor como una de tantas posibilidades.

Me quedo con muchas preguntas, más que respuestas. ¿Cómo es en la práctica una relación erótica liviana? ¿Amar livianamente es ético? ¿Estamos hablando de libertinaje? ¿A qué nos referimos con situaciones eróticas? ¿Cuál es el amor romántico que no coincide con el poliamor? ¿Qué es una ética hedonista?

Y sí, perdóname por invitarte a leerme sin resolverte nada, pero podemos seguir experimentando. Te prometo seguir vomitando en el blog lo que pienso al respecto.

@isaidvblog

Referencias:

(*) Amor romántico: El amor romántico y “su unión inextricable de monogamia, exclusividad, celos y fidelidad” como un modelo irrealizable, inventado en Occidente. Margaret Mead, «Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (1928)»

La teoría sobre hedonismo viene de la influencia de esta pieza profunda y amigable que nos compartió la Bruja Filósofa (https://www.youtube.com/watch?v=JOXEy-MeED0&t=11s)

Onfray, M. (2010 ) La fuerza de existir: Manifiesto hedonista.

El arte de amar cuando el amor es líquido.

Experimento Relacional.

Leal o fiel.

El experimento del “Aquí y el ahora”.

Imagen Magia Nera de Magritte

«Una mujer fantástica». Comentario de la película

“Una mujer fantástica” es el nombre de la cinta chilena que recientemente ganó el premio Oscar a mejor película extranjera del 2017. En ella se cuenta la historia de Marina, una mujer transgénero que pierde a su pareja a causa de un aneurisma. Orlando es un empresario divorciado veinte años mayor que ella. La cinta inicia la noche en la que muere Orlando y muestra los acontecimientos de los siguientes días desde la perspectiva de Marina.

Investigando

Después de ver la película me di a la tarea de leer algunas de las reseñas que se le han escrito. La mayor parte de ellas hacen énfasis en la lucha de Marina por el derecho a ser quien es y en su personalidad “fuerte, compleja, pasional…fantástica”. En algunos otros textos se hace referencia a la lucha de las personas trans en Chile donde aún no se cuenta con la posibilidad de cambiar la identidad de género de sus documentos legales, lo que les resta derechos y promueve la discriminación.

Lo que faltó comentar

Hay un tema que la cinta aborda que me parece que no ha sido suficientemente visibilizado y que considero que es el sustrato, no sólo de la difícil realidad que vive de la gente trans en muchas partes del mundo, sino de las condiciones en las que vive cualquier minoría. Estoy hablando de la violencia, del abuso, del maltrato abierto, evidente y socialmente aceptado, en suma, el clima generalizado de agresividad en el que vivimos y que hemos normalizado, en el que participamos y padecemos todos.

Análisis de la película desde la violencia

En la película Marina es violentada por su identidad de género una y otra vez, sin ninguna compasión ni respeto por su humanidad y por la situación que está atravesando. Hagamos un recuento.

En el hospital Marina es tratada con reserva, se le separa para hablarle de la condición médica de Orlando y se le reserva información. Una vez fallecido, se le impide ver el cuerpo de su pareja y asumirse como la acompañante responsable. Debido a unas contusiones que sufrió Orlando mientras Marina lo transportaba al hospital, aparece en escena un policía. Este hombre, que representa una segunda figura de autoridad, interroga a Marina como si fuera culpable de la muerte de Orlando, la acusa de intento de fuga, insinúa el ejercicio de la prostitución e insiste en ver su identificación oficial y la obliga a llamarse por el nombre que aparece en sus documentos oficiales: Daniel. El nivel de abuso de autoridad, desconsideración, ira, violencia y humillación de parte del policía es indignante. Posteriormente en la cita aparece una mujer investigadora que no por ser mujer y dedicarse a asuntos de género se porta mejor. Ella insta a Marina a confesar que agredió a Orlando “en defensa propia”, asume que hubo abuso de sustancias involucradas en el fallecimiento y también insinúa que ella se dedica a la prostitución. La investigadora amenaza y coacciona a Marina hasta que ella accede a hacerse una revisión física en la que ella está presente a pesar de que el protocolo indica lo contrario. El morbo brilla en la mirada de la mujer mientras Marina posa desnuda, humillada y avergonzada, mientras es fotografiada por el médico.

Pero la violencia no sólo es de parte de las instituciones. El asunto va más allá: la familia de Orlando. Su exesposa intenta sobornarla para que ella no aparecezca en el funeral , le impide despedirse del cuerpo, la amenaza, la amedrenta, la agrede física y emocionalmente y la insulta llegando al punto de llamarla “quimera” mientas la mira con asco. Desde el momento en el que Orlando muere, la familia empieza a despojar a Marina de poco que tiene: el carro de Orlando, su mascota y la vivienda que compartían.

El hijo de Orlando irrumpe en el departamento mientras Marina está dormida, la insulta, la amenaza y agrede físicamente llegando hasta revisarle el cuerpo para comprobar que sigue teniendo un pene. Más adelante, la desaloja dejando sus cosas en maletas y cajas fuera del departamento. Finalmente, el hijo de Orlando secuestra a Marina con un par de amigos, le envuelven la cabeza con cinta, la amenazan y tras darle algunas vueltas por la ciudad, la abandonan en una calle vacía. Las escenas de violencia, maltrato y desconsideración se presentan una tras otra. El espectador sensible termina pasmado por el del nivel de agresividad que sufre la protagonista.

Conclusión

Ciertamente la cinta presenta la realidad de las mujeres trans en una sociedad no incluyente y desinformada que rechaza su condición. También retrata la increíble fuerza de Marina para hacer frente a todas las circunstancias que se le presentan: el duelo por la pérdida de su pareja, el robo de su mascota, el desalojo, el abuso de las figuras de autoridad, las obligaciones del trabajo, la falta de empatía de las personas que la rodean, el maltrato físico, verbal y emocional, la humillación y hasta la privación de la libertad.

Sin embargo, no dejo de creer que el mayor problema social que se representa en la película es el grado de insensibilidad y violencia en la que todos nosotros participamos activa o pasivamente ante estas circunstancias. El nivel de agresividad, la falta de respeto y empatía, el rechazo, la discriminación y los prejuicios con los que convivimos cotidianamente no sólo están dirigidos a la población trans. Todos nosotros lo padecemos, esperando que hoy no sea el día en que nos toque.

Es común escuchar frases como «la mujer que hizo frente a la adversidad», «la persona trans que luchó por sus derechos», «la persona de color que logró el exito», invisibilizando a los miembros de la sociedad que  los pone en esa situación de desventaja. Ese es el meollo del probema: se transmite la responsabilidad de salir adelante a quien es discriminado en lugar de visibilizar a quienes les crean una situación de violencia. Se repite la historia: se responsabiliza a quien recibe la agresión y no a quien la ejerce.

Reflexionemos

¿Por qué hay tantas reseñas de la película que no abordan el tema de la violencia? ¿Algún día lograremos vivir en una sociedad más respetuosa? ¿Cuándo dejaremos que esta violencia realmente nos conmueva al grado de propiciar un cambio?

Tatiana Yedid

con la colaboración especial de Susana

Marzo, 2018

Ficha técnica

Película: Una mujer fantástica.  País: Chile. Productor / Coproductores: Asesorías y Prod. Fábula Ltda., Setembro Cine SLU, Komplizen. Año de estreno: 2017.

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Los celos y sus disfraces

Los celos son considerados una respuesta emocional ante la amenaza de perder algo que se considera propio. Si nos detenemos un minuto en esta definición, encontraremos que en ella se asoma una de las raíces del problema: la idea de que una persona puede ser de nuestra propiedad. Desafortunadamente, no bastaría cambiar la definición. Esta se sustenta en todo un sistema ideológico que promueve el control, la dependencia y la violencia en las relaciones interpersonales.

Sus mecanismos

Los celos surgen de nuestro concepto de amor y de nuestras inseguridades personales que disparan actitudes hipervigilantes, temerosas, hostiles o hipercríticas. Los celos favorecen la manipulación y el control para reafirmar el dominio o la autoridad sobre el otro mediante inspecciones reiteradas de su comportamiento. Si “tú eres mío”, me siento con el poder de determinarte, o sea, con el poder de decirte que debes o no hacer. Eso es control.  Todas estas conductas violentas se han normalizado e invisibilizado.

Lxs celosxs tienen la intención de retener a alguien para preservar el vínculo, pero en realidad lo merman y lo destruyen. Es una forma de autoengaño que nos impide hacer consciencia de nuestras inseguridades, escondiéndolas en nuestras dinámicas relacionales. Los celos son lo opuesto al amor, pero hemos encontrado muchas maneras de disfrazarlos.

Los celos y sus disfraces

En la pareja, los celos se disfrazan de AMOR. Muchos de nosotros asociamos la idea de sentir celos con ser importantes para el otro. ¿Cuántas veces hemos escuchado frases como “si no te cela, no te quiere”, “no te vayas porque te necesito”? También otras basadas en el control como “no puedo vivir sin ti”, “si te vas me muero”, “eres todo para mí”. Si nos damos una vuelta por la zona de tarjetas de celebración de cualquier tienda, encontremos muchas de ellas con es ideas, promoviendo los celos, el control y la dependencia, confundiéndolas con amor.

Pero ¿no preferirías convivir con una persona que puede vivir sin ti pero que decide compartirse contigo? ¿No te sentirías más libre sabiendo que la vida de tu pareja no depende de ti? ¿No te sentirías aliviadx sabiendo que no es tu responsabilidad completarlx ni “hacerlx feliz”?

En el trabajo, los celos y el control se disfrazan de DEDICACIÓN. Estas personas se vuelven trabajadorxs de tiempo completo porque no se sienten cómodxs delegando trabajo, no saben trabajar en equipo y es difícil que reconozcan los logros ajenos. El control los hace sentirse responsables de todo, y realizarlo ellxs mismxs es la única forma de lograr que salga exactamente como se lo imaginaron. Una persona celosa y controladora establece relaciones de competencia con el resto de sus colaboradorxs y no deja pasar la oportunidad de ser felicitadx por su esmero.

Pero ¿no preferirías sentirte menos presionado por el trabajo y que formas parte de un grupo donde, “entre todxs” podrán lograr los objetivos colaborando? ¿No te gustaría vivir con menos exigencia y perfeccionismo, aumentando tu confianza personal?

El control y los celos con los hijxs se disfrazan de SOBREPROTECCIÓN. No permitir que los hijxs crezcan, que resuelvan los retos cotidianos acordes a su edad, evitarles cualquier frustración y resolverles la vida son todos síntomas de sobreprotección. Esta conducta tiene que ver con las inseguridades, miedos y necesidades inconscientes de los padres que los llevan a prolongar la dependencia de los hijxs. Cuando estos padres perciben la amenaza de que alguien se interponga (tíxs, maestrxs, terapeutas, o una pareja), normalmente reaccionan con celos, puesto que también los hijxs son percibidos como una propiedad.

¿No te gustaría hacerte cargo de tus necesidades sin requerir de tus hijxs para compensarlas? ¿Te gustaría que tus hijxs fueran adultos responsables e independientes?

Con amigxs y entre hermanxs los celos se disfrazan de COMPETENCIA. Entre hermanxs es común que se establezca una relación de celos por el amor de los padres. Si viviéramos pensando que el amor no se reparte ni se divide entre las personas de nuestra vida, sino que se multiplica, entonces podríamos transmitirle a lxs niños esta misma noción de amor. Si pudiéramos modelarles vínculos que no están ahí para completarnos sino para acompañarnos, que cada quién es responsable de su cuidado y de su felicidad, y que nadie tiene la obligación ni la responsabilidad de completarnos, quizá podríamos establecer relaciones diferentes.

En el caso de amigxs ocurre lo mismo, cada relación de amistad es única e irrepetible. Lo que compartimos con una persona es totalmente diferente a lo que la otra nos aporta. Hasta que no comprendamos esto no podremos vivir en sororidad, libre de celos, control y competencia.

Y tú, ¿de qué disfrazas tus celos?

Tatiana Yedid y Marisol Dacasa De la Lanza

Marzo, 2018

 

Referencias adicionales:
Etxebarria, L. (2016). Más peligroso es no amar. Poliamor y otras formas de relación sexual y amorosa en la actualidad. España: Aguilar

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