¿Inviertes en tus relaciones o las explotas?

Todas las relaciones humanas son una inversión. Se basan en nuestra conveniencia, es decir, estamos motivados a participar en cada uno de nuestros vínculos porque buscamos obtener alguna ganancia o beneficio.

Para muchos, verlo así es sinónimo de egoísmo, palabra tanto o más estigmatizada que conveniencia utilizada anteriormente. Sin embargo, no tenerlo presente nos catapulta hacia la hipocresía y la negación de la realidad.

Todos usamos a nuestros maestros, a los hijos, a las parejas, a los padres y hasta a los amigos. De todos ellos obtenemos beneficios. Por el contrario, las relaciones de las que no obtengo ganancias, -o dejo de recibirlas- (algunas concretas y tangibles, otras emocionales y muchas veces hasta inconscientes), normalmente no se sostienen en el tiempo.

Hasta la acción más altruista tiene ganancias para ambas partes, aunque el beneficio intangible del benefactor normalmente pase desapercibido. Esto no quiere decir que tenga intenciones ocultas; no hay que confundir conveniencia con manipulación. Simplemente significa que, si no recibiera algo a cambio, probablemente ni siquiera estaría motivada a participar.

Evaluando nuestras relaciones

Revisar qué obtenemos en cada uno de nuestros vínculos nos permite mapear necesidades, prioridades, y tener más presentes las motivaciones de nuestras elecciones. A primera vista, esto puede parecernos una mirada mercantilista de las relaciones, sin embargo, puede iniciar un diálogo con nosotros mismos y con nuestros afectos, que nos ayude a aprender de nosotros y a conocer lo que le aportamos a la vida de los demás. Así, estaremos trabajando en quitarle ladrillos a la construcción del amor romántico, y a vincularnos de manera más clara y honesta.

La intención es asegurarnos de que cada uno de nuestros afectos sea una inversión positiva, benéfica y cuidadosa conmigo y con las otras personas. Para ello hay que saber diferenciar el “uso” o beneficio que obtengo de mis relaciones, de las posibles situaciones de “abuso”.

Uso o abuso

El que usa obtiene un beneficio A PARTIR DE otro, o CON el otro, mientras el que abusa lo hace A COSTA de este. Es decir, usar no provoca daño a ninguna de las partes involucradas (pensemos en un maestro que ofrece su conocimiento y los alumnos que se benefician de él). En cambio, abusar implica un maltrato, a veces intencional y otras simplemente un trato desconsiderado, de una de las partes hacia la otra.

¿Qué pasaría si usáramos este criterio para filtrar nuestros vínculos y acciones? ¿Nos podría ayudar a cuidar, valorar y a apreciar más a nuestros afectos estableciendo así relaciones más éticas?

Te pregunto… ¿tú usas o abusas?, ¿inviertes o explotas?